La inteligencia artificial (IA) continúa consolidándose como una herramienta esencial en los entornos laborales. Su presencia ya no sorprende: colabora activamente en la optimización de procesos y en el impulso de la productividad.

Durante años, se pensó que esta tecnología llegaría a reemplazar a las personas. Sin embargo, la realidad ha mostrado un panorama distinto: más que sustituir, la IA ha llegado para apoyar. Así lo revela el estudio “Adopción de IA en las empresas chilenas”, elaborado por Entel Digital junto al Centro Nacional de Inteligencia Artificial (CENIA), que indica que más del 80 % de las grandes empresas y el 70 % de las pymes ya integran soluciones de IA en sus operaciones. La transformación es concreta y está ocurriendo en todos los niveles del tejido productivo chileno.

Con este crecimiento, también se ha hecho evidente la necesidad de capacitar a las personas. La IA ofrece un gran potencial, pero su impacto depende en gran medida de cómo se implemente. Contar con las habilidades necesarias para aprovecharla correctamente es clave.

En Chile, el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación (MinCiencia) lidera el Plan de Acción de la Política Nacional de IA. Según datos del organismo, hasta abril de 2025, el 78 % de las iniciativas enfocadas en la formación de talento y la gobernanza de datos ya están en marcha o concluidas. Esta labor se complementa con programas del Servicio Nacional de Capacitación y Empleo (SENCE), que buscan formar a trabajadores en digitalización y nuevas tecnologías.

A nivel internacional, entidades como el Banco Mundial y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) coinciden en la urgencia de capacitar para enfrentar los cambios que trae la IA. Calculan que entre el 26 % y el 38 % de los empleos en América Latina podrían transformarse con su adopción. Frente a este escenario, cerrar brechas de talento e infraestructura es prioritario. Países como Uruguay y Ecuador han demostrado que una integración responsable de la IA en la educación, a través de iniciativas como tutorías digitales o formación docente, puede mejorar los resultados de aprendizaje y reducir desigualdades.

Capacitar en el uso ético, responsable y eficaz de la IA ya no es una opción, sino una necesidad estratégica. Preparar a las personas para convivir y trabajar con esta tecnología es fundamental para potenciar sus beneficios, minimizar los riesgos y asegurar una transición hacia un desarrollo laboral más inclusivo y sostenible.