En tiempos donde los desafíos laborales se vuelven cada vez más exigentes, hablar de salud mental ya no puede quedar fuera de las prioridades organizacionales. Más aún, cuando las cifras muestran una realidad preocupante: según datos del Ministerio de Salud de Chile, el 22,5% de la población adulta ha experimentado síntomas de ansiedad o depresión, y más del 15% no ha recibido ningún tipo de atención profesional.

Frente a este panorama, formar a los equipos en Primeros Auxilios Psicológicos (PAP) se vuelve no solo pertinente, sino esencial. Este tipo de capacitación entrega herramientas concretas para brindar apoyo emocional en momentos críticos, desde un rol empático y contenedor, que no reemplaza al de un profesional de la salud, pero sí permite acompañar y actuar con responsabilidad en los primeros momentos de una crisis.

Capacitar en PAP permite, por ejemplo, saber cómo reaccionar cuando un compañero sufre un ataque de pánico en el trabajo, cómo contener a alguien que acaba de recibir una mala noticia, o qué canales activar ante señales de agotamiento mental extremo. Más aún, este tipo de preparación fortalece los lazos humanos al interior de los equipos y contribuye a generar entornos laborales más saludables y seguros.

Desde una mirada organizacional, invertir en este tipo de formación también tiene impacto directo en la retención del talento. Según la Superintendencia de Seguridad Social (SUSESO), los trastornos mentales representan cerca del 30% de las licencias médicas en el país, afectando directamente la continuidad de los equipos y la productividad.

Las capacitaciones en Primeros Auxilios Psicológicos no son cursos complementarios: son herramientas clave para prevenir riesgos, proteger la salud mental colectiva y construir culturas organizacionales basadas en el cuidado.

Las organizaciones que se preparan para acompañar a sus equipos, también se preparan para sostener su propio futuro. Capacitar hoy es cuidar a las personas y, a la vez, proyectar un trabajo más humano y consciente para todos.