La capacitación continua de los equipos de trabajo se ha convertido en un factor esencial para el éxito organizacional y el desarrollo personal de los colaboradores. Invertir en formación no solo mejora las habilidades técnicas, sino que también fortalece la cultura organizacional, aumenta la productividad y reduce la rotación de personal.
Según un estudio realizado por el Ministerio del Trabajo y Previsión Social de Chile, en colaboración con la Universidad Católica y la Cámara Chilena de la Construcción, se observó que el 55% de los trabajadores con educación universitaria recibieron capacitación reciente, mientras que solo el 3% de aquellos con educación básica incompleta tuvieron acceso a formación. Esta disparidad resalta la necesidad de democratizar el acceso a la capacitación, especialmente para los trabajadores de sectores más vulnerables.
A nivel organizacional, los beneficios de una fuerza laboral capacitada son evidentes. La Escuela Nacional de Administración Pública destaca que la capacitación mejora la productividad, la calidad del trabajo y la capacidad de adaptación a nuevos desafíos. Además, contribuye a reducir la necesidad de supervisión y minimiza los accidentes laborales al aumentar el conocimiento en prevención de riesgos.
Desde una perspectiva personal, la capacitación ofrece a los trabajadores oportunidades para el crecimiento profesional, mayor satisfacción en el trabajo y la posibilidad de acceder a cargos de mayor responsabilidad.
Por otro lado, la falta de inversión en capacitación puede tener consecuencias negativas tanto para la organización como para los empleados. La Encuesta Casen indica que solo el 0,1% del Producto Interno Bruto (PIB) de Chile se destina a capacitación, y menos del 14% de los trabajadores accede a programas de formación. Esta carencia limita el desarrollo de habilidades, reduce la competitividad y puede aumentar la rotación de personal al generar desmotivación y estancamiento profesional.
La capacitación constante es una herramienta estratégica que beneficia tanto a las organizaciones como a los trabajadores. Es fundamental que las empresas y entidades públicas implementen políticas de formación inclusivas y accesibles, asegurando así un desarrollo sostenible y una fuerza laboral preparada para enfrentar los desafíos del futuro.