SegĆŗn la Superintendencia de Seguridad Social y su Cuestionario de Evaluación del Ambiente Laboral y Salud Mental (CEAL‑SM), el 68 % de las enfermedades profesionales reconocidas fueron de origen mental, lo que implicó un promedio de 43,2 dĆ­as perdidos por licencia. AdemĆ”s, el 75 % de las organizaciones presentó niveles de riesgo medio o alto en salud mental. Esto revela una urgencia clara: sin intervención, la productividad, el bienestar del equipo y la sostenibilidad del negocio estĆ”n en riesgo.

Capacitar a los equipos en salud mental permite prevenir, identificar y manejar riesgos psicosociales. El Ministerio de Salud y la SubsecretarĆ­a del Trabajo promueven este enfoque para ā€œpriorizar la salud mental en los lugares de trabajoā€, resaltando que ā€œla salud mental es trabajo de todos y todasā€.

SegĆŗn el ā€œTermómetro de Salud Mental Achs‑UCā€ (finales de 2024), el 13,7 % de los chilenos presenta sĆ­ntomas moderados o severos de depresión, y quienes reportan agotamiento o han vivido acoso laboral llegan al 80,5 % y 55,4 % de prevalencia, respectivamente. En entornos laborales, esto se traduce en mayor ausentismo, rotación y menor vinculación con la organización.

Integrar capacitaciones no solo beneficia a los colaboradores: mejora el clima laboral, fortalece el sentido de pertenencia y reduce el ausentismo.

Contar con equipos formados en detección temprana y autocuidado tiene un efecto positivo tangible: disminuye licencias prolongadas, impulsa la retención del talento y fortalece la reputación corporativa.

Capacitar en salud mental no es solo un acto de responsabilidad social empresarial, sino una estrategia eficiente para mejorar el clima interno, cuidar la salud de las personas y sostener el talento en el tiempo. Promover una cultura de salud mental crea organizaciones mƔs sanas, resilientes y competitivas.