En Chile, la salud mental se ha consolidado como una de las principales preocupaciones sanitarias. Según un estudio de Ipsos, el 62% de los chilenos considera que la salud mental es el mayor problema sanitario del país, superando ampliamente el promedio mundial del 36%. Esta realidad se ve reflejada en el ámbito laboral, donde el estrés y el agotamiento afectan la productividad y el bienestar de los trabajadores.
Las organizaciones tienen un rol fundamental en la prevención y promoción de la salud mental. Implementar programas de bienestar laboral, como pausas activas, espacios de conversación y desconexión digital, puede marcar la diferencia. Además, capacitar a los equipos de trabajo y líderes en habilidades como la empatía y la gestión emocional fortalece la cultura organizacional y reduce los riesgos psicosociales.
La capacitación constante en primeros auxilios psicológicos y estrategias de autocuidado permite a los colaboradores identificar y abordar señales de alerta en su salud mental, favoreciendo un ambiente laboral más saludable y colaborativo. Además, contar con líderes capacitados en salud mental genera un clima de confianza y apoyo, donde los trabajadores se sienten respaldados y motivados.
Invertir en la salud mental de los colaboradores no solo es una responsabilidad ética, sino también una decisión estratégica. Estudios han demostrado que las organizaciones que priorizan el bienestar de sus trabajadores logran mejorar la productividad, reducir el ausentismo y fortalecer el compromiso organizacional.
Por lo tanto, es esencial que las organizaciones chilenas integren la salud mental como un eje central de su gestión, promoviendo una cultura de prevención y cuidado que beneficie tanto a los individuos como a la institución en su conjunto.