En Chile, los accidentes cardiovasculares continúan siendo una de las principales causas de muerte, y muchas de estas situaciones ocurren fuera del Ômbito hospitalario. Según cifras del Ministerio de Salud, cada año se producen mÔs de 5.000 paros cardiorrespiratorios extrahospitalarios en el país, y la mayoría suceden en espacios públicos o laborales. Frente a esta realidad, contar con conocimientos en Reanimación Cardiopulmonar (RCP) puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

En los entornos de trabajo, donde compartimos gran parte del día con otras personas, una emergencia de este tipo puede ocurrir en cualquier momento. Una reacción oportuna, dentro de los primeros minutos, aumenta significativamente las probabilidades de supervivencia de la persona afectada. En este sentido, capacitar a los equipos en RCP no solo es una medida de seguridad, sino una herramienta que fortalece el compromiso, la confianza y la preparación colectiva de los trabajadores.

Diversas instituciones públicas, como la Subsecretaría de Prevención de Riesgos y el Instituto de Seguridad Laboral (ISL), han promovido activamente la formación en primeros auxilios como parte de una cultura preventiva dentro de las organizaciones. Estas instancias destacan que una capacitación adecuada en RCP no solo enseña técnicas, sino que también genera conciencia, agudiza la capacidad de respuesta en situaciones críticas y fomenta un entorno laboral mÔs seguro y humano.

Estar bien preparados para actuar en una emergencia también tiene un impacto emocional: entrega tranquilidad y empodera a las personas al saber que cuentan con las herramientas necesarias para ayudar. La preparación no solo mejora la reacción ante una urgencia, sino que construye equipos mÔs cohesionados, conscientes y resilientes. Por eso, incorporar capacitaciones en RCP en los espacios laborales no debe ser una excepción, sino una prioridad.